Ponerse límites no es limitarse

Estudios, trabajos, proyectos, relaciones personales. A veces, está bueno decir basta. Nos acostumbramos a estar cargados de cuestiones que superan nuestra salud, tiempo, energías, porque se nos enseñó de manera implícita que nuestro valor existe en función de lo bien que hagamos algo o de la cantidad de cosas que podamos hacer. En mi caso tenía el malabar de ser rapero, escribir un libro de ensayos, de poemas, mantener mis estudios de manera sobresaliente, querer hacer una radio, trabajar de algo que no me gustaba y cultivar mis relaciones interpersonales de manera efectiva. Quería estar en todo, al mismo tiempo, por día, y preservas mis energías durmiendo menos de cuatro horas por noche. 


Evidentemente esto no funcionó, ya te conté sobre cómo me hice pedazos a mí mismo por arrastrar la piedra de Sísifo, pero también tenía toda esa mochila que acabo de describir. No fue sencillo entender que las cosas que no eran urgentes podía dejarlas para hacerme cargo de lo esencial. Después de todo el minimalismo me ayudó a entender qué era lo esencial para mí. Y desde ahí trazar una estrategia de supervivencia. 


Tuve que ponerme límites, y para hacerlo, tuve que entender que no soy un superhéroe, que no soy una entidad todopoderosa ni tengo más horas por día que el resto de las personas, ni la energía. Me costaba llegar al menos a dar un poco de mí sobre cada cosa sin que tenga la sensación o el presentimiento de que no era suficiente. Las personas en mi vida también me lo hacían notar, no daba todo de mí, no era suficiente, y no podía hacer demasiado más que lo que estaba manteniendo en mis pulmones y los nervios en mi mente. 


Cuando empecé a tomar las decisiones correctas, empecé dejando aquello que por diez años mantuve como el prisma con el que veía al mundo. Dejé de hacer rap después de una década rapeando. Tuve experiencias hermosas, viajé, conocí mucha gente, me enamoré de un estilo de vida y de una cultura inmensamente positiva como lo es el Hip Hop, y que es algo que conservo en mi vida, algo de lo que algún día hablaré en este blog también, ya que tiene bases en común con el minimalismo. Más de las que sospecho, seguramente. En fin, tuve una vida configurada donde decía que todo lo que haría sería en función de ser más y mejor rapero, ser profesor me daría conocimientos para rapear, hacer un libro me daría más calle para rapear, hasta el esternocleidomastoideo era una opción interesante para rapear. Pero ya no rapeaba, no podía escribir, no sentía el ritmo como antes, me veía lejos de ese lugar pero me aferraba a ese recuerdo y a esa esencia. Tomé la decisión de darle voz a la decisión y se la comuniqué a las personas que conozco. No se acabó el mundo, nadie dejó de hablarme, nada cambió de manera negativa. No perdí nada ni me sangró cada poro de mi ser.


Me puse un límite. Uno. Y sentí un aura de renovación en todo mi cuerpo, sin contar con que entendí que no estaba dejando de ser yo, todo lo contrario. Estaba siendo más yo, porque estaba dejando de aferrarme a aquello que ya no era, estaba siéndome leal y manteniendo lo que esencialmente quería tener cerca mío. Luego de eso me propuse abandonar la escritura como una actividad laboral que no lo era. Dejé de pensar en hacer libros, y tampoco se acabó el mundo, tampoco se me cayeron los ojos ni los brazos. No estaba mal dejar de hacer aquello que no quería hacer realmente. Y entendí que tenía que ver con eso. 


No asumí nunca qué cosas quería y no quería hacer de mi vida. Me la pasaba sembrando expectativas y cosechando frustraciones porque no era lo que yo quería. Todo lo contrario. Entonces me puse a ello, me pregunté por varios días completos qué quería hacer. Y no me dejé, esta vez, esquivar la respuesta. Hasta que no respondí qué cosas quería realmente no di el siguiente paso. 


Como diría en el ámbito académico que me muevo: definí mi marco teórico, mi área de especificidad y desde ahí me movilicé. De las primeras cosas que definí querer hacer, es contar mis experiencias desde el minimalismo y visualizar esta filosofía de vida a través de relatos y ensayos, en la medida que pueda, todas las veces que tenga algo para decir. Así, acá estamos. 


Antes de limitarme y cuando estaba forzándome a ser una persona creativa, no podía escribir más de 200 palabras por día, y me frustraba si debía borrar algo. Hoy escribí 700 palabras pero no me representaban. Las borré todas, y escribí esto. Más que esas palabras después, te digo que ponerte límites no es limitarte, es potenciarse en la dirección en la que realmente deberías ir pero todavía no te animas. Ánimos y pragmatismo: primero ve qué cosas te sirven de mantener en tu vida, y que no signifique renunciar a tu trabajo si es tu único sustento, o dejar a tu pareja, o irte de tu casa sin tenerlo bien planificado antes, que no se malinterprete. Cultivemos lo esencial de la vida, el minimalismo es una puerta a una vida más propia, que nos pertenece realmente. Te invito a conocerte, con lo bueno y con lo malo. Fijate yo, pasé de no poder escribir 200 palabras, y ahora, en media hora, pude escribir de un tirón estas novecientas dieciséis.


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